martes, 21 de octubre de 2008


En este peregrinar hacia el santuario de Auco, ruta que durante 18 años han recorrido tantos personas, sobre todos jóvenes, es el apoyo mutuo, el servicio, la comunión de vida, la alegría, la oración, la eucaristía, la fiesta,... han sido elementos fundamentales de nuestro caminar.
Hemos caminado en austeridad para vivir la experiencia con más coherencia. El equipaje era ligero llevando sólo lo imprescindible. No han faltado los momentos de dureza, de desánimo, de ampollas y dolores, pero el sacrificio y el ánimo del grupo y de los que caminaban a nuestro lado, ha permitido poder llegar todos a Auco.
Hemos podido disfrutar de la emoción de entrar en la cripta y rezar con la santa, de la paz al recibir el sacramento de la Reconciliación y del encuentro al compartir la Eucaristía con tantos peregrinos.
El Camino, además de un itinerario físico, es una ruta interior que nos ha permitido encontrarnos con nosotros mismos, con los otros y con Cristo. Como conclusión y resumen de la experiencia, con toda certeza puedo decir, como tantos otros caminantes dicen al final del camino: “Yo hice el Camino, pero el Camino me hizo a mí”. Y repito la frase que nos acompaño y animo durante el caminar en la cruz que se nos entrego “Ay de mi si no Evangelizará”

Hna Ana María Ponce M.
Asesora Pastoral de Jóvenes